En 1924, con apenas diecinueve años, Neruda publica su obra cumbre, Veinte Poemas de Amor y una canción desesperada. En este poemario de amor, se aprecia como el autor trata de alejarse del posmodernismo y como se adentra en el modernismo. Se puede intuir como posiciona una imagen del yo en conexión y dependencia de una figura femenina catalizadora y será la obra que logre abrirle las puertas del cielo y desencadenar la auténtica poesía de Neruda.
La obra se compone de veinte poemas de temática amorosa, con la curiosidad de que ninguno tiene título, están numerados del uno al veinte, más un último poema titulado la canción desesperada.
Probablemente, su poema más famoso sea el 20, a mí, particularmente, me parece el mejor.
Con este poema acabo el capítulo de hoy. El próximo capítulo, el miércoles día 19, saludos a todos los amantes de la poesía.
POEMA 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda