2015/02/23

MUERTE EN EL 52 - CAPÍTULO 2º - LÍMITE 48 HORAS




Saludos amigos, con el éxito del micro "Muerte en el 52" todavía fresco en mi memoria, se me ha ocurrido la genial idea de continuar la historia del inspector Suárez. Para todo aquel que quiera saber como termina este thriller , publicaré cada semana un capítulo en este blog.
En este enlace tenéis el micro donde empieza la  historia:
http://descubriendolapalab.blogspot.com.es/2015/01/territorio-de-escritores-reto-n12.


 MUERTE EN EL 52 - CAPÍTULO 2º - LÍMITE 48 HORAS




—No parece que alguien como tú sea capaz de una cosa así. 
—No parece que alguien como tú sea capaz de satisfacer a una mujer como yo—, me contesta Rosa con tono irónico.
Está en plan despechada. La cosa parece bastante clara pero tengo que sacarle una confesión, si no es así me apartarán del caso. 
—Rosa, ¿con qué le golpeaste?, ¿porqué fuiste tú, no?, —le pregunto.
—¿Tantos años de experiencia en criminalística y solo se te ocurre eso, lobo?, ya deberías saber que no hay que fiarse de la primera impresión—, me dice. Está empezando a irritarme su tono sarcástico, parece como si quisiera jugar conmigo.  
—Qué quieres decir?, ¿ me tomas el pelo?, entonces imagino que habrás visto algo, lo digo por lo de la sangre de tu cuerpo y el deseo que tienes de que fuese yo el fiambre.
—Sí, tendrías que haber sido tú el que estuvieras ahí tirado, destrozado. Te equivocas de persona, no sé a qué vino tu cuñado a mi casa pero salí, después de escuchar un tremendo escándalo en la puerta, y al abrir resbalé con el río de sangre que entraba—. El tono tranquilo y serio con el que lo dice me hiela la sangre.
Esto cambia las cosas, no se, mi cuñado Juan tiene muchos enemigos, ha enchironado a mucha chusma en esta ciudad. Algo no encaja. No me fío de Rosa, sería capaz de acostarse con el mismísimo diablo con tal de joderme. Ordeno a los chicos que  la lleven a comisaría para las pruebas pertinentes, no creo que valga para nada, pero ¡qué se joda!, que pase la noche en la central.

Apago el despertador... más bien lo tiro contra la pared. Anoche se me fue la mano con la botella de Jack Daniel`s. Me mató tener que contarle a Elena lo de su hermano, ya lo está pasando bastante mal con el asunto de mi infidelidad, solo le faltaba esto para desmoronarse. Ahora mismo no quiere saber nada de mí, se ha marchado a casa de sus padres. Espero que la psicóloga que le han asignado le ayude a superarlo. ¡Dios!, esto me está destrozando!;
De camino a comisaría, recuerdo como Rosa me llamó “lobo”. Ella es de las pocas personas que saben la verdadera historia del porqué de mi apodo.  Me arrepiento de haberle contado tantas cosas, ¡quién iba a imaginar que todo terminaría así!; En comisaría piensan que es por la forma implacable de perseguir a los delincuentes, “mis presas”, mejor dicho. Pero lo cierto es que de pequeño me mordió un lobo en la pierna izquierda y me dejó una preciosa cicatriz de recuerdo.
Entro en mi despacho. Mi primera reacción es buscar en los cajones de mi mesa una puñetera cápsula de expreso para la cafetera, no la encuentro. Tocan a la puerta, es la subinspectora Lourdes Morgade. —¿Café?—, sí, gracias— ¡me acaba de salvar la vida!; 
—Suarez, por si todavía no te has enterado, acabamos de soltar a Rosa Newman, la sospechosa del asesinato de tu cuñ... —antes de que Lourdes termine, la interrumpo.
—Ya, ya sé quien es, ¿se puede saber porqué la habéis soltado antes de que yo llegase?—le pregunto con tono recriminatorio.
—Quería volver a interrogarla, creo que sabe mucho más de lo que dice. 
—Cuando llegó su abogado nos amenazó con denunciarnos por detención ilegal, y tiene razón, no tenemos nada concluyente contra ella —me dice, —pero tranquilo!, ya le hemos comunicado la orden del juez de no poder abandonar el país y la vigilancia ya está en marcha.
Hay que empezar a mover la investigación, el comisario me ha dado 48 horas antes de apartarme del caso por lo de la “dichosa” involucración sentimental. Tengo que averiguar en qué estaba liado Juan. Ordeno a Pedro Sánchez que se ponga en contacto con estupefacientes y que averigüe en qué estaba trabajando, no hay que descartar nada. Más de una vez, algún capo de la droga al que tenía acorralado  había ordenado asesinarle. Puede que esta vez hayan tenido suerte... continuará.

                                                                       Jiménez